Abrir los mercados a los pobres

Cuando leo y oigo hablar a todas horas de la lucha contra la pobreza, me acuerdo de aquel economista húngaro, Peter T. Bauer, nacido en Budapest en 1915 y nacionalizado británico en 1934, graduado en Cambridge y profesor después en la London School of Economics. La reina lo nombró lord en 1983. Este economista prestigioso militó como pocos en favor de los pobres del mundo. Desconfiaba en principio de los gobiernos, de los discursos pomposos y propagandísticos, y de las ayudas oficiales. En su opinión, no era el pasado colonial la causa de la pobreza de todos los pueblos colonizados, como sostienen todavía algunos demagogos, sino las estrategias contemporáneas, políticas y económicas. En su obra clásica, Crítica de la teoría del desarrollo, defendió por encima de todo la apertura a los países menos desarrollados -no Tercer Mundo– de los mercados de los países ricos, sin trabas ni impedimentos. Cosa que hasta hoy sigue siendo una irrealidad, comenzando por los Estados Unidos de América y siguiendo, aunque con ciertas excepciones, por los demás países del G-8, y de la Unión Europea. La lucha contra la pobreza (la miseria, más bien) no suele ser más que unas escaramuzas contra ella.