Contra el Brexit

 

     Acabo de ver y oír, en un vídeo que me envian, el final de la alocución de un diputado británico  en el Parlamento Europeo -ignoro de qué grupo-, lamentando serenamente que durante muchos años ningun primer ministro de Su Majestad habló a los británicos de la Unión europea, de sus instituciones, de sus tareas, de sus ventajas; ni rebatió las acusaciones, las mentiras, las tergiversavions de cierta prensa británica sobre esa misma Unión. Y ahí están las consecuencias: un pueblo británico dividido mas que nunca y en crisis, nunca antes conocida. Y apelando al pueblo europeo, nos ha dicho delicadamente que estamos viviendo el mayor período de paz y de prosperidad nunca conocido. Que no lo demos por hecho, por conseguido del todo. Que trabajemos cada día por protegerlo, por conservarlo, por aumentarlo.

Preciosa lección, hoy día (29 de marzo) triste entre los tristes, cuando oficialmente termina el plazo de la permanencia del Reino Unido en  la Unión Europea, y cuando el Parlamento británico acaba de rechazar por tercera vez el acuerdo firmado entre la UE y el Gobierno de Gran Bretaña. Y  siempre, en todos los partidos que han votado en contra… los mismos motivos más personales egoístas y partidistas que racionales y universales. ¡Conservadores, laboristas, unionistas…, qué reponsabilidad la vuestra!

Lo he escrito y lo vuelvo a escribir. El amor que sufre es una prueba convincente de amor genuino. Muchos, que no podemos hacer otra cosa, sufrimos, solidarios con los muchos millones de británicos que son europeos, que se viven europeos y quieren seguir dentro de la Unión. Y solidarios a la vez con muchos millones de europeos, que sufren como nosotros el caos en que se ha convertido el desgraciado brexit: salida ciega, salida hacia ninguna parte…, esperando que una salida, que parece más un sálvese quien pueda, sea el argumento final más poderoso para un retorno a tiempo.