Primer Domingo de Adviento

             (Sobre la IV Égloga de Virgilio)
                                 
                                  I

Quiero cantar humildemente
los últimos tiempos que cantó la Sibila de Cumas,
los grandes siglos, los reinos felices de Saturno,
que vuelven, esta vez multiplicados
en espacio y en tiempo, en bienaventurada plenitud.
Del alto cielo viene una raza celeste,
no engendrada por Diana o Artemisa,
que los tiempos del hierro cambiará por los tiempos del oro,
y nueva esplenderá la edad gloriosa.
Un niño borrará los últimos restos de las guerras,
la Tierra será libre de sus ogros terrores
y el Orbe sosegado con su mano divina.