Jueces, políticos y corrupción

Si en España tenemos ETA a todas horas, y ahora Estatuto de Cataluña y soberanismos en  expansión, los medios informativos italianos llevan meses mezclando, a todas horas y en todos los espacios, políticos, jueces y corrupción -entre la que está la mafia y asociaciones afines-, y todo ello teniendo como centro a Silvio Berlusconi, presidente del Consejo de Ministros, político singular, incriminado y procesado, acosado por los jueces, sus enemigos declarados, recién separado de su mujer, sultán de prostitutas de lujo y de menores, y ahora acusado cada día más de sucios negocios con divesos  personajes mafiosos. Todo un cuadro. La derecha conservadora en el poder, entre la que se encuentra un parte de la vieja Democracia cristiana, padece en el fondo fuertes divisiones sobre todo entre los los antiguos musolinianos y los recientes confederalistas (o lo que sean) de la Liga Padana. Creo que  durará unida lo que pueda durar el Cavaliere, que, como hemos visto, tiene poco de tal. Y la izquierda tradicional, ex-comunista, unida hoy en el Partido Democrático de Italia con otra parte de los viejos democristianos de izquierda -sueño ya de los últimos años sesenta- se reorganiza como puede tras las últimas derrotas electorales, intentando superar la imagen de los viejos partidos, desprestigiados por la corrupción de  los noventa, y adecuarse a los nuveos tiempos, poco propicios a grandes y nobles ideologías ante la tentación del dinero, el éxito y el poder a cualquier precio, que simboliza el magnate de los medios y de la demagogia a todo pasto que es Berlusconi. Nuevos partidos inovadores como los de Rutelli, Di Pietro y en parte Casini esperan tambien en el Centro su opotunidad. Mientras tanto, siguen apareciendo a derecha e izquierda nuevos escándalos, donde se mezclan de nuevo sexo, dinero y poder, que hacen difícil creer en la palabrería sin límites, verdadero vicio nacional y prodigio al mismo tiempo, de todos los hombres públicos italianos, incluidos los eclesiásticos.