Leo unos cuantos artículos sobre el patriotismo de los españoles alzados contra las tropas napoleónicas, a partir del 2 de mayo de 1808. Algunos autores han seguido escribiendo como escribían antes. Otros, por fortuna, han dejado, por lo visto, de pensar que sólo los revolucionarios de izquierda o marxistas-leninistas pueden ser patriotas, como los excelentes poetas comunistas de los años treinta y cuarenta, que cantaban ardientemente a la Patria, a la Madre Patria España. O que sólo la democracia puede ser el objeto de deseo de un verdadero patriota. Menos mal que lo que ya Esquilo, y desde él millones de hombres han entendido tan bien en todo el mundo, por fin comienzan a verlo ciertos escritores españoles. Ahora ya podemos decir que se puede ser ilustrado y patriota, incluso afrancesado y patriota, como Jovellanos, que, a la hora de la verdad, eligió el bando acertado contra los que se aliaron con el enemigo de España, como los Blanco o los Azanza (navarro, por cierto). Sí, Jovellanos rechaza la cartera de Justicia que le ofrece José Bonaparte (el Pepe Botella del vulgo) y prefiere ser miembro de la Junta Central antinapoleónica: “La nación se ha declarado generalmente y se ha declarado con una energía igual al horror que concibió al verse tan cruelmente engañada y escarnecida“. Y otros con él, torpes partidarios un día de la Convención, que no les desengañó con sus horrores, y tuvo que llegar el Bonaparte del 18 de Brumario o o el pretencioso y cruel conquistador de Europa. Poco consuelo puede ofrecernos el que Hegel, Schelling, Goethe, Hölderlin o Beethoven fueran también otros desengañados. Al fin y al cabo, el mismo Napoleón, en el memorial de Santa Elena, daría la razón al pueblo español, calificado por tantos como bestial, manipulado, cruel, supersticioso…, en su rebeldía contra lo que el mismo gran corso llama la inmoralidad e injusticia de su intento no disimulado de conquista: “Los españoles, en masa, se portaron como un hombre de honor”. Las Cortes de Cádiz llegan después y más tarde la reacción fernandina. Ahora hablamos del levantamiento del pueblo español contra la opresión napoleónica (no contra los franceses). De su patriotismo. De su amor a la Patria, palabra que ha desaparecido de la literatura civil y eclesiastica. Como si fuera diversa, por ejemplo, de la Comunidad. Sólo que más hermosa y más históriamente rica. Pero, ay, más manchada, claro.