Ognisanti

He soñado, la noche de Todos los Santos,
que Dios,
un Dios alegre y divertido,
a la 1 en punto de la tarde,
concentraba en la Gloria de Bernini
a todos los bienaventurados
ascendidos en el último año
a la gloria celeste.
Cuántos santos sin nombre ni apellido.
Cuántos santos que jamás serán  venerados en la tierra.
Sólo algunos de ellos, tal vez ninguno,
volverán, después de muchos años,
tras un proceso canónico y febril,
interminable,
a la Gloria de Bernini.