La oración en la tradición benedictina (y II)

 

                  Es mejor algo tan sencillo como oler una flor de jardín (…) que tener una experiencia carente de autenticidad de un valor muy superior. Es mejor disfrutar tranquilamente del sol o de alguna lectura ligera que pretender estar en contacto con algo con lo que uno no está en absoluto en contacto. (Thomas Merton, Acción y contemplación)

 

La función de la oración no es establecer una rutina, sino una relación con Dios, que siempre está en relación con nosotros. (…) La función de la oración también es entrar en contacto con nosotros mismos. Para los antiguos, las lágrimas de remordimiento eran la señal de un alma que conocía sus límites, afrontaba sus pecados, aceptaba sus necesidades y vivía en la esperanza.  (Sor Joan Chittister, La regla de San Benito)