“He aquí que yo salvo a mi pueblo”

(Del libro de Zacarías 8, 3 – 8)

Dios nuestro Señor se ha vuelto hacia nosotros.
Habita en nuestras casas, nuestras calles y plazas,
para hacernos honestos y leales,
alegres y festivos,
sin cálculo de días.
Todo es posible para el dueño y señor del universo.
Él nos cuida y defiende
de todos los peligros de oriente y ocidente.
Porque Él es nuestro Dios,
el justo y siempre fiel,
somos un pueblo unido que camina
interminablemente hacia su rostro.