Dios forma unidad con la Ausencia

El último libro de uno de nuestros mejores ensayistas, Vicente Verdú, La ausencia, parte de la muerte de su mujer, y del contenido de su corazón llega al contenedor de la gran crisis, alrededor de un mundo que se acaba y otro que no se sabe bien a dónde conduce. Ausencia de ideas, de referencias, de patrones, de líderes. Ausencia de humanismo y hasta de moral, que nos ha dejado huérfanos. ¿Ausencia también de Dios? Dios, en suma, forma unidad con la Ausencia. El poder de Dios, el amor a Dios, el temor a Dios derivan de su identificación con lo ausente y desde ese ámbito hallamos la gloria o la perdición: Merced a la ausencia hallamos la razón de vivir, mientras el presente sólo nos habría matado ya. Por la ausencia exhalamos, respiramos, esperamos. Todo gracias a la creencia absoluta en la Ausencia, en su capacidad para vigilarlo todo, y, en consecuencia, su benevolencia para permitirnos continuar vivos.– Ausencia, pues, como en los clásicos, que se identifica con la existencia a lo divino, con el Dios presente-ausente por definición. Ausencia que hace posibles la fe y la esperanza.