De puños y banderas

Veo al nuevo secretario general de ELA, el alavés Adolfo Muñoz, que sustituye a José Elorrieta, tras veinte años de liderazgo, levantar el puño izquierdo, como en los peores tiempos, tras su primer discurso de presentación. Hay que ver cómo ha cambiado aquel sindicato cristiano confesional de los años treinta, que se llamó Sociedad de Trabajadores Vascos (STV). El discurso corre parejas con el gesto: alianzas con LAB, el sindicato afín a ETA; soberanismo y vuelta al pacto de Lizarra; pocos tratos con los sindicatos españolistas (CC. OO. y UGT); rechazo de toda participación institucional; tibieza al hablar de ETA, cuya violencia debe terminar; lucha contra patronos y gobiernos, tratados con los peores calificativos. Es decir, y aunque la demagogia se lleve una buena parte de este exhibido radicalismo, el sindicato mayoritario en Euskadi va al revés de como va el sindicalismo europeo.- Junto a este puño izquierdo levantado, nos llegaba esta mañana una nueva sentencia  del Tribunal Supremo obligando a poner la bandera española en el Parlamento Vasco, de Vitoria, dentro y fuera. ¿Cuántas van con ésta? Si exceptúamos el ayuntamiento de  Bilbao, que hizo porfin colocar hace un año la bandera española y la bandera vasca en el tejado, a los dos lados del campanil, ¿qué fue de la bandera española en Arcaute, en Ajuriaenea? No hay una bandera  constitucional en casa consistorial alguna regida por soberanistas e independentistas en todo Euskadi, pero tampoco, por lo general, en las regidas por socialistas, y ni siquiera en edificios oficiales españoles fuera de las ciudades. ¿Qué presidentes, qué ministros, qué diputados, qué delegados del gobierno, qué tribunales hemos tenido en este país, que sigue siendo el único en Europa donde ocurren estas cosas tan primitivas?