Tributo de las Tres Vacas

 

       De las fiestas de mugas entre los habitantes de ambos lados (España y Francia), como las de Sorogain, Urepel o Picatúa, la del Tributo de las Tres Vacas, el 13 de julio, en la muga pirenaica 262, es la más célebre.

La tradición arranca de la senterncia arbitral de 1375, que ponía fin a las discordias fronterizas entre el Valle de Baretous (Bearne) y el valle del Roncal: los pastos, las fuentes, la leña, los animales

Los roncaleses ponen pastos y aguas durante 28 días y los baretonenses tres vacas -el animal totémico de los viejos pastores pirenaicos- de dos años, del mismo dentaje y pelaje -¡aqui en plena acción de reconocimiento!-, y sin tacha alguna.

Luego, ante un público cada vez más numeroso y variopinto, los alcaldes navarros, con sus trajes roncaleses, y los bearneses, con sus patrióticas bandas tricolores, pondrán mano sobre mano en la piedra fronteriza de San Martín y dirán tres veces.

¡Pax avant! (Paz en adelante).

Se nombrarán después cuatro guardas -dos de cada vertiente- que cuiden durante el año las puertas de Ernaz y Larra, y la fiesta concluirá en una copiosa comida de hermandad-fraternité.