Gótico mural navarro

 

        Navarra posee una de las colecciones más importantes de la pintura gótica mural de España.

Podemos verla, en su mejor parte, despaciadamente, en el pequeño y precioso Museo de Navarra.

Procede de los muros del claustro gótico y del refectorio de la catedral de Pamplona, que pintó, entre otros, Juan Oliver. Del presbiterio de San Saturnino, de Artajona, donde el maestro Roque aparece como buen discípulo de aquél. De la capilla de la Virgen del Campanal, de San Pedro de Olite. De la capilla mayor de la iglesia de San Salvador, de Gallipienzo, en su doble decoración. De la iglesia de la Asunción, de Olleta. O de la iglesia de San Martín, de Artaiz.

El llamado Segundo Maestro de Olite, mediado el siglo XIV, nos presenta ese pastor belenista, con capirote y zurrón, entre corderos y perro guardián, deslumbrado por la luz del ángel, que le anuncia el nacimiento del Mesías.

Siglo y medio más tarde, el Segundo Maestro de Gallipienzo, flamenquizante, nos representa esa abigarrada escena de la Crucifixión, que intenta ser patética.

Entre los Primeros y Segundos Maestros de las  series (s. XIII-XV), pasan todas las gamas del gótico: de la romanizante o neobizantina al último gótico de tendencia flamenca, pasando por el más extenido franco-gótico lineal, con influencias italianas, especialmente de ls escuela de Siena.