Fracaso de la Cumbre Humanitaria

 

         Estamos en un momento de la historia, en el que las vidas humanas no parecen importar, dijo el secretario general de las Naciones Unidas, Ban ki-Moon, al inaugurar, el pasado lunes, la Cumbre Mundial Humanitaria en Estambul, de la que nuestros medios de información apenas si han dado noticia. A excepción de la canciller alemana, Ángela Merkel, ninguno de los países ricos del Consejo de Seguridad de la ONU participó en las sesiones, lo que el el presidente turco, R. T. Erdogan calificó de decepcionante. No se firmó, al final, ningún acuerdo y los objetivos económicos del workshop fueron un fracaso. Y todo ello pese a que 55 jefes de Estado y de Gobierno se comprometieran a ayudar a los 130 millones de personas que viven en situación de conflicto, y no sólo en Yemn, Siria o Sudán del Sur, conflictos que parecen eternos. Faltaron Gobiernos que se comprometieran a respetar el derecho humanitario y el Convenio de la ONU sobre los Refugiados; a mantener sus fronteras abiertas, y otorgar el derecho de asilo. Presidió la Cumbre el presidente de un país, que acoge a más de 2´7 millones de refugiados sirios y unos 400.000 de otras nacionalidades, pese a su enconado conflicto con el PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán), que ha dejado 350.000 desplazados y muchos miles de muertos en el país. Erdogán aprovechó también la ocasión para amenazar a la Unión Europea con no aprobar en el Parlamento turco el acuerdo migratorio, si no llegan los 6.000 millones acordados para el mantenimiento de los campos de refugiados, y, sobre todo, si no se libera de trámites consulares a los turcos que viajen al espacio Schengen. Recordemos que uno de los más repetidos lugares comunes de los partidarios del Brexit es la amenza que, según ellos, representa para el Reino Unido y para toda Europa la entrada posible de Turquía en la Unión.