Asparagus officinalis

 

Pimpante

aspirante

a ser despachado,

devorado,

o absorbido,

deglutido,

derretido

por el gusto

y el regusto

de las sensibles papilas,

de uno en uno, hila a hila,

y el paladar de las yemas,

sin problemas

ni de esófago,

ni de estómago,

ni  del recto,

que lo transporta dlrecto.

Todo es sorber,

y beber

y comer

de un solo viaje-

¡Y no hay nada de salvaje!.

Su elegancia, su perfil,

y su punta tan viril

nos traen símiles mil…

 

Asparagus officinalis,

es decir, medicinalis,

en la tienda del herbario,

o de cualquier propietario,

por ejemplo, de Lerín,

como este afanado amigo,

mi donante y buen testigo

de mi espar-gula sin fin.

 

De sus muchos beneficios

ya trató el maestro Apicio,

y muy conocidas son

por toda nuestra afición

sus virtudes terapéuticas,

sobre todo las diuréticas.

Y su vitamina C,

compañera de la E,

más la vitamina K,

poco conocida acá.

¿Quién dirá los minerales

que trae a los comensales?

Calcio, hierro,manganeso,

y potasio… y todo eso.

 

Ni violetas ni trigueros:

el blanco es el verdadero.

Y, si el blanco es de Navarra,

ya se sabe la tabarra.

Trae la luz de la tierra,

donde la mata se entierra.

 

Y dan, en oro de ley, con el IVA,

un tesoro a la grey que lo cultiva.