Dios está escondido

En un nuevo libro, bellísimo y cercano, que me envía el poeta Santiago Montobbio, La poesía es un fondo de agua marina, hay un poema, titulado Dios está escondido y se pierde en el olvido, que viene como de perlas a estos últimos días de Adviento y como de molde a esta concepción teológica actual sobre el misterio de la libertad del hombre ante Dios, y de Dios ante el hombre: el Dios de Nazaret, que el género literario de los Evangelios de la Infancia, hasta hace poco desconocido, nos traza con los símbolos más populares y liberadores

-Nos ha dado la vida para que le encontremos en
sus caminos
y le seamos de ayuda. A veces aparece en ellos
como un mendigo.
Hay que reconocerlo. Hay que darle la mano,
sacarle del zurrón algo de queso y pan, y compartirlo.
Darle también un poco de vino. Cuando lo
encontremos
hay que pararse para darle compañía y aliento en
su camino.
Si no, estará cada vez más perdido. También
poemos encontrarlo dentro de nosotros mismos,
en el fondo
del corazón, en sus tierras últimas. en la noche y
en la sombra
pero también en el alma y en la luz. Como el agua
                     fresca
que reclaman. Podemos encontrarlo adentro y
hemos
de hacer lo mismo: ofrecerle vino, darle abrigo,
serle compañía
y en nosotros seguir su misterioso, singular latido.