Una España espiritual

 

       Hablaba José María Gil Robles, presidente de la CEDA, partido triunfante en las recientes elecciones legislativas en toda España (19 noviembre-5 diciembre de 1933). Hablaba en el frontón Euskal Jai de Pamplona, cerrando el mitin organizado por Unión Navarra, partido fundado hacía unos meses  por Rafael Aizpún, su actual presidente y diputado a Cortes, uno de los siete elegidos dentro del Bloque de Derechas de Navarra (al copo) en esas mismas elecciones. Y se refería a quienes fuera de España le elogiaban  por entonces el sentido espiritual  que mostraba España dentro de la crisis general de dictaduras y revoluciones que se vivía en Europa. Se dirigía el orador, al final de su largo discurso, a los muchos jóvenes navarros que le escuchaban y les animaba a  a no pensar en la política menuda del mero interés de partido, del navajeo parlamentario, sino en tareas mucho más grandes y perennes, purificados y dignificados por el esfuerzo y el sufrimiento. Y les decía cosas como éstas:

¡Bendito sea Dios, que nos ha dado una revolución! Bendito sea Dios que nos ha mandodo un sufrimiento. Aquella España caduca de antaño no podía de ninguna manera levantarse. Esta España, que ha sentido el látigo de la adversidad. está viendo cómo despierta su sentimiento. Estas generacionnes de jóvemes que no  hubieran sido capàces de salir del marasmo de la antigua política son ahora la afirmación de nuestra espiritualidad y constituyen la esperanza de nuestra raza. ¡Jóvenes y amigos todos, vamos a hacer una España mejor que la que encontramos! ¡Vamos a trsnsformar  todo lo que sea necesario transformar; vamos a tener conciencia de nuestra grandeza! Somos un pueblos llamado a demostrar  de nuevo nuestros altos valores, que no se han de agotar en la generación actual, sino que han de tomar en ella un nuevo impulso. ¡Españoles y navarros -como os ha dicho el primero de los oradores-, en esta cruzada que debemos llevar a cabo todos los hombres de todos los partidos, por Dios, por Navarra, por España, en pie todos, cueste lo que cueste, aunque haya que defender la vida!