“Un viático en el Baztán”

 

    A última hora, un imprevisto me ha impedido sumarme al grupo de  la Peña Pregón e invitados, que, con su presidente José María Muruzábal al frente, iba a contemplar en el Museo de Navarra el cuadro del preclaro pintor navarro Javier Ciga y escuchar los sabios comentarios de Pello Fernández Oyaregui, su biógrafo y presidente de la Fundación que lleva su nombre, cuando se celebra el centenario  de la presentación del cuadro, terminado unos meses antes, en la Exposición Nacional de Madrid (1917). Asi que, como pobre compensación, tras leer lo que Oyaregui escribió recientemente en DN sobre la obra, me quedo mirándola y contemplándola en una de sus reproducciones, al final de jornada de este hondo junio, abiertas todas las ventanas para que el tórrido calor que aún persiste no me haga imposible la contemplación. ¡Qué seria y profunda penetración en el alma religiosa del señor del palacio de Askoa, en Elbete, y de las ancianas enlutadas que acompañan al Santísimo. Qué meditación silente y resignada, en medio del paisaje mudo y verde baztanés, acerca del poder de la muerte sobre la fragilidad humana. Qué luz la del día y la de los cirios, y la de las vestimentas litúrgicas del sacerdote y del monaguillo, simbolo de la fe que ilumina las tinieblas que envuelven al gran viaje. Qué solemne la llegada del viático (la vianda espiritual) para ese viaje, tan doloroso y a la vez tan normal en medio de pueblo cristiano…!