Un domingo negro

 

(Tras muchas y largas entradas sobre Cataluña, voy a escribir en los próximos días unos breves comentarios sobre la urente situación política, dando mi impresión sobre la marcha loca de los sucesos.)

Cuando, a las siete de la mañana de ayer, vi a los Mossos d´Esquadra, vestidos de policía municipal de barrio, recorriendo las calles amanecientes, adiviné toda la triste película de la jornada. La trampa, casi mortal, estaba tendida. El saboteje de la policía catalana, su desobediencia al mandato judicial y su traición a la confianza puesta en ellos por el Gobierno español, por la justicia y por los partidos políticos constitucionalistas -diga ahora alguno de ellos lo que quiera- eran patentes. Ya era imposible controlar la situación, y quizás entonces fue el momento de cambiar todo el dispositivo preparado, tras la denuncia correspondiente. Pero tan trascendente decisión no se improvisa y el gabinete de crisis no existía por lo visto. Grave error del Gobierno de la Nación. Y así llegó el error de utilizar la fuerza con todos sus riesgos. Ahí obtuvieron las autoridades independentistas su mejor cosecha interna y externa, que desde el mediodía de ayer la aprovecha para continuar con su hoja de ruta hasta la independencia. Ahora el mayor error de todos los no independentistas será olvidar el objetivo independentista primordial y entretenerse (cuando no dividirse) con lo secundario y accidental, por muy importante que sea.