Primer domingo de Cuaresma

 

         El nuevo Adán, que es Jesús de Nazaret, también aparece tentado al comienzo de su vida pública,  Hombre perfecto, y semejante a nosotros menos en el pecado, tenía que ir superando los halagos de los instintos tiránicos de poder, poseer y placer: las tres idolatrías que desplazan a Dios de nuestra vida. Jesús las vence en el desierto, símbolo del  esfuerzo y de la ascesis a lo largo de toda su vida, con el ayuno, la oración, la austeridad de costumbres, y, sobre todo, con una solidaridad constante y proactiva al servicio de la gente, manifestada de manera especial con los enfermos, los proscritos de la sociedad, los pequeños, los últimos.