Primer Domingo de Adviento

 

La fe de Jesús en el Dios del Reino

 

Judío educado en la fe de su pueblo, Jesús de Nazaret no habla deDios en sí mismo, sino en relación con los hombres. Habla de un Reino / Reinado de un Dios salvador, que irrumpe en el mundo. Reino ya presente, pero oculto, como la levadura en la masa de pan, como el grano de trigo enterrado, como el tesoro escondido en el campo. Jesús llama a Dios: Padre (Abbá), como el hjo llamaba al padre en Palestina, palabra aramea tan propia de Jesús, que la comunidad cristiana primitiva  la conservó celosamente dentro de los textos griegos. No era una palabra infantil, sino filial, severamente íntima. La relación de hijo a padre en Palestina quería decir ante todo obediencia y sumisión, que duraba toda la vida, fuera cual fuera la situación del hijo; quería decir también confianza y quería decir imitación del actuar paterno. Varios dichos muy conocidos de Jesús lo confirman diáfanamente. La fe de Jesús en el Reino del Padre, Reino de amor y de fraternidad, le llevan a creer en un mundo muy diferente del que él conoció y vivió: dominio, violencia, pobreza, exclusiones, fanatismo… Y su fe, como dirá posteriormente el autor de la Carta a los Hebreos, es a la vista de todos prueba de lo que no se ve y garantia de lo que se espera. Jesús de Nazaret cree, confía, espera serenamene en Dios, sin aspavientos ni alharacas. En Dios que es Padre y  amor infinito. Sin su fe, íntima e intensa en Él, no hubiera afrontado el conflicto que atravesó toda su vida privada y pública, y que le llevó a un trágíco final en plena juventud.