Palabek, refugio de esperanza

 

         Hace unos meses, el papa Francisco nos sorprendió de nuevo, cuando le vimos besar los pies de los líderes enfrentados de Sudán del Sur, varios de ellos católicos, tras llamarlos a Roma para intentar llevarlos a la recocnciliación y a la paz.

La paz no ha llegado todavía al Estado más joven del mundo. Y por eso en Palabek, lugar ugandés en pleno desierto, a 30 kilómetros de la frontera con Sudán del Sur, viven 53.000 desplazados, mujeres y niños en un 80 por ciento y católicos en su mayoría. No es de extrañar: en la guerra sursudanesa, cuando los soldados llegan a  una casa donde no está el marido, violan a la mujer como práctica habitual. Palabek, refugio de esperanza, es un documental de Raúl de la Fuente, ganador de dos Goya y finalista de un Oscasr, coproducido por Misiones Salesianas y por la Fundación salesiana Jóvenes y Desarrollo. Las protgonistas del documental son dos jóvenes sursudanesas: Alice, cuyo padre fue asesinado, y Gladys, quien tuvo que dejar su hija en Sudán del Sur junto a su madre. A ellas se une el misionero venezolano Ubaldino Andrade, antes en Ghana y Sierra Leona y ahora alma de la misión salesiana en Palabek. Cuando la treintena de las ONG, coordinadas por la Oficina del Gobierno de Uganda, terminan sus trabajo a las cinco de la tarde, los Salesianos se quedan por la tarde y por la noche, para volver a empezar al día siguiente.

Los cerca de 500  desplazados que llegan cada día a Palabek lo hacen tras haber andado varias semanas, siendo luego repartidos en la frontera. Otros muchos no pueden pasar. Muchas mujeres ganan algo de dinero picando piedra con sus propias manos. La gente no  tiene trabajo, ni dinero, ni ropa, ni siquiera toallitas para asease. Y sufren tifus y malaria, sin tener  hospital al que acudir. No pocos se dan, si pueden, a la bebida y no pocos se suicidan. En la escuela técnica de los salesianos estudian chicos que vienen andando catorce kilómetros y otros tantos a  la vuelta.

Pero todos esperan volver a Sudán del Sur, el Estado más joven del mundo y uno de los más pobres. Antes, les hacía la vida imposible la dictadura islámica del Sudán opresor. Ahora se la hacen entre ellos mismos,divididos en tribus, y contando con la ayuda de su antiguo dueño.