Ya estamos en septiembre. Otra bitácora

 

            Reabro el cuaderno de bitácora un poco tarde, coincidiendo con el otoño, porque acabo de participar en el IX Congreso de la Sociedad de Estudios Históricos de Navarra, que me tocó en 1985 impulsar y prefundar, y  en unas Jornadas de reflexión sobre la historia social del movimiento obero, de los trabajadores, de los pobres, en un lugar humilde de la Provincia de Madrid, donde nos hemos encontrado algunos amigos, que no nos conocíamos o que habíamos estado mucho tiempo sin conectar nuestras vidas. Ambos acontecimientos me han llenado de gozo, viendo sobre todo cómo una generación, mejor, unas generaciones de jóvenes, junto a otros más veteranos, vienen trabajando, no sé si con más entusiasmo que nosotros en aquellos tiempos, pero sí con mayor serenidad, con menores prejuicios, y con mucha mayor libertad en todos los sentidos, incluida la que les da la abundancia de medios teconólogicos de hoy. Enhorabuena.

Voy a seguir con mi bitácora doméstica, que nunca he querido ni quiero que sea un espacio dedicado a mi tarea literaria, historiográfica… Para eso ya hay otros cauces. Este es sólo el de unos comentarios espontáneos sobre la marcha. Dentro de poco quiero editar, solamente online, los doce años de mi bitácora, desde la primavera del año 2006, cuando mi amigo y condiscípulo José Luis Zugasti me animó y convenció para abrirla. Pero desde hoy no voy a sujetarme a la férrea disciplina de cada día. A mi edad, cada día la flaqueza de fuerzas mentales y físicas es mayor y no hay que tentar al diablo. Así que seguiré sin prisa y con algunas pausas haciendo mis apuntes o notas a mi aire, al aire de lo que ocurra o suceda, sin agobios, sin disclplina autoimpuesta mayor, con mayor holgura y, si fuera posible, con mayor donaire. No me sigue nadie. No quiero adelantar a nadie. No me comparo con ningún otro mortal, y no quiero ni siquiera pensar en amigos o enemigos. Toda afectación es mala. Toda pretensión, peor.