Obispos y católicos británicos

 

        Leo una entrevista con el cardenal Vincent Nichols, arzobispo de Westminster y vicepresidente del Consejo de Conferencias Episcopales de Europa (CCEE), con ocasión del Simposio Europeo sobre los jóvenes, celebrado en Barcelona  hace un mes. Muy europeo pero a la inglesa. Distingue, claro, y con razón, Europa de la Unión europea y parece sentirse unido a esa masa de británicos -y no británicos-, que viven alejados de la maquinaria política de Bruselas, dominada por una elite que no percibe la voluntad de la gente. Pero ¿qué gente y qué voluntad? La de Inglaterra  y Gales, la de Grecia o la de Estonia? Cuando le hacen la molesta pregunta sobre los obispos católicos y el Brexit, Nichols responde muy inteligentemente que una visión católica no es muy bien vista en Inglaterra. Si son  muy explícitos sobre política, todo el mundo dice ¿Por qué tenemos que aceptar órdenes del Papa?. Y es que son 450 años de incesante prejuicio contra la Iglesia católica, de profuda sospecha hacia cualquier cosa católica. Por lo que los obispos tienen que aprender a hablar de forma clara, pero también sutil. Explica muy bien, cuando se refiere a la Europa oriental tras la caída del muro, que no se cumplió aquella predicción de que al Occidente le tocaba la ayuda financiera al Este y  al Este el regalo de su fe al Oeste, porque… el secularismo del Oeste fue hacia el Este. Cree que los obsipos de las dos Europas comparten hoy los mismos retos con una cooperación muy buena: En cierta manera hoy los obispos de Europa tienen una mejor visión del futuro de Europa que la que tiene la UE. Y trabajamos unidos.- Me alegra su optimismo. Y me da una lección de realismo. ¿Por qué obligarnos a pensar que todos deben pensar más o menos como nosotros?