Ni afecto, ni amistad, ni gratitud (II)

 

         Algunos, como Xavier Casanovas, director de Cristianisme i Justicia. Fundació Lluis Espinal, parte de la España plurinacional, que no sabe qué hacer con sus minorías, pero él tampoco sabe explicarnos eso del plurinacionalismo como causa de toda una rebelión antidemocrática. Otros, como Eduard Ibáñez, director de Justicia i Pau, cita los derechos humanos de las personas y los pueblos, como lo hace Jaume Aymar, director de Catalunya Cristiana y Radio Estel, con los derechos legítimos, pero sin decirnos ninguno de los dos cuáles son esos derechos y dónde están registrados. Ibáñez va más allá y afirma que el diálogo debe partir de reconocer el hecho obvio  de que la Constitución vigente y la soberanía única no pueden ser ya límite ni rerferente válido y de que  en la ciudadanía catalana persiste un notable respaldo a la independencio y un apoyo muy mayoritario a la idea de Cataluña como sujeto político con derechos. Ahí es nada. M. Victoria Molins, de la Compañía de Santa Teresa, se saca del bolsillo un confuso e indeterminado derecho natural, el de decidir democráticamente, despreciando por lo visto cualquier derecho positivo, comenzando por el de la ONU, y aplicándolo donosamenrte a un esperpento como el referéndum del 1-0. Sólo Ramón Prat, sacerdote de la diócesis de Lérida, parecer tenerlo claro. Se olvida de cinco siglos de historia y ve a España todavía como una diversidad de pueblos, que en en un diálogo entre iguales. pueden hacer un nuevo pacto de cooperación, encaminado al bien común. Ni Constitución, ni Estatut, ni órdigas. – Todas las personas llamadas a opinar por VN, parecen, pues, opinar, aunque no lo digan, que el derecho de autodeterminación, por medio de una ley ilegal y de un referéndum ilegal, es algo justo, justificado por no sé qué ley natural e incluso por la Doctrina Social de la Iglesia, y que nadie ni nada debe prohibir y menos reprimir. Ninguna de ellas  critica, y menos condena, en nombre de todo eso, los numerosos atropellos legales, reglamentarios y humanos, que durante meses y años ha llevado a cabo el Gobierno y el Parlamento de Cataluña, hasta extremos absurdos, a la vez que pintorescos, bien reconocidos nacional e internacionalmente. Eso sí, buena parte de las mismas se limita a reprobar los excesos de las Fuerzas del Orden constitucionales, que, por la traición de los Mossos d´Esquadra, que no cumplieron el mandato judicial de cerrar los colegios por la mañana, se vieron obligados a actuar en condiciones penosas. Sin reparar ninguna de ellas en esa circunstancia, y sin mencionar los insultos, los malos tratos y las heridas sufridos igualmente por las Fuerzas del Orden. Vejación indigna de un Estado que dice llamarse democrático, escribe Laia de Ahumada, filóloga y escritora; Brutal represión, comenta. Josep María carbonell, decano de la Universidad Ramón Llull. A esa sola violencia añade Roser Solé, teóloga, la mentira de la versión oficial de los políticos del Estado, tragándose a la vez las innumerables mentiras proclamadas con todos los medios oficiales a su alcance por el Gobierno catalán y todas las organizaciones que lo apoyan. El único colaborador que se atreve, cautamente, a mencionar flagrantes delitos a raiz del referéndum, de los unos (se supone del Gobierno catalán) es Ramón Bassas, colaborador de Catalunya Religió, que sí, en cambio, no tiene empacho en atribuir al Estado de Derecho la represión de proporciones bestiales e inútiles.