Los premios Princesa de Asturias

 

         Ayer volví a pasar  la tarde viendo devotamente la ceremonia de la concesión de los Premios Princesa de Asturias. En esta España convulsa, deteriorada por las malas políticas y malos políicos y por la carencia de una elevada moral pública, el acontecimiento de los Premios concedidos en Oviedo es de primera magnitud: por su universalidad, por su generosidad, por su excelsitud cultural, por su buen gusto… No creo que después de los Premios Nobel haya algo superior, en elmundo de la cultura, y en cuanto celebración ceremonial los supera. Yo creía estar en otro planeta. La alocución del rey fue superior a todas las anteriores. Por lo que dijo y sobre todo por la manera de decirlo. Sus palabras finales sobre España y su futuro de esperanza pueden pasar a cualquie antología de la alta política española. Y ¿quién podría no entusiasmarse viendo y oyendo a Nuria Espert, convertida en toda una Rosita la Soltera? ¿A todo un Richard Ford recordándonos dónde en elmundo de hoy es imposible la literatura? ¿Al sabio en biónica y biomecánica caminando como uno cualquiera con sus piernas biónicas? ¿A la historiadora británica de Roma y Grecia, Mary Beard, que nos habló con una vitalidad envidiable de la historia como conversación entre el pasado y el presente, y tuvo el valor de criticar el Brexit con una cita de  John Donne, según el cual ningún hombre es una isla, sino fragmento de un continente? ¿Y a los creadores de Aldeas Infantiles? ¿ Y a todos los demás? -. Yo quiero vivir en esta España que es capaz de hacer lo de ayer. Y desde ahí mirar las miserias de cada día.