Armamento nuclear

 

        El reciente congreso sobre el desarme integral, organizado por el Vaticano, con asistencia de cinco galardonados con el Premio Nobel de la Paz y el Alto Representante de la la ONU, tenía como fin principal apelar al desarme nuclear definitivo y total sobre  la base del mensaje del papa Francisco a la primera sesión de la Conferencia de Nueva York, de marzo y julio de este mismo año. En la apertura del congreso el papa Bergoglio, tras recalcar el descomunal gasto de las armas nucleares, que dejan a los Estados sin recursos para gastos de primera necesidad, condenó sin paliativos la amenaza de su uso y su misma posesión, que llena de terrror a todo el género humano: Las armas de destrucción masiva, en particular las atómicas, no generan nada más que una engañosa sensación de seguridad y no pueden constituir la base de la convivencia pacífica entre los miembros de la familia humana. He aqui un cambio significativo. Ni Pablo VI ni Juan XIII llegaron tan lejos. Condenaban el uso de las armas nucleares, pero consideraban moralmente aceptables los arsenales de las mismas como elemento disuasivo que mantenía el llamado equilibrio del terror en tiempos de la guerra fría. Precisamenrte, el cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado, recogía en el mismo congreso el desafío de Pablo VI en su encíclica Populorum Progressio (1967) de crear un fondo mundial con los fondos destinados a la fabricación, posesión y conservación del armamento nuclear, para emplearlos en satisfacer las necesidades más urgentes de los desheredados de la tierra. – Pero de todo esto, los medios informativos no nos han dicho nada.