Irujo y el Parlamento de Navarra

 

         Me envía mi viejo amigo, el abogado estellés Jesús Azanza, el relato de una entrevista personal suya con el ex diputado por Guipúzcoa, recién llegado del exilio a su casa natal. Habló éste con cariño y elogio del abuelo de Jesús, alcalde de Estella durante los años veinte, Jenaro Azanza, y luego pasó mi amigo a preguntarle al político peneuvista  qué  iba a ser del Parlamento de Navarra, si Navarra se integraba en Euskadi. Sin titubear, Manuel Irujo le contestó que tendria que haber una sola institución parlamentaria para las cuatro provincias vascas, que tendrían proporcionalmente tantos escaños como población: es decir un diez por ciento o algo así serían navarros. Entonces Azanza le recordó que frente a la mayoría absoluta de parlamentarios navarros que tiene el Parlamento de Navarra, allí sería una mínima parte de la  Cámara. Viéndose en aprieto, el ex ministro del Gobierno español se salió por la tangente: –En cualquier caso, el Fuero Nuevo hay que mantenerlo vivo, como institución ancesttral y foral de Navarra. Replicó mi amigo: -Pero, ¿cómo, si desaparece el Parlamento Navarro…? –  Como su abuelo, Jesús Azanza Imaz, con sus ocho apellidos vascos, se sentía en ese momento (y ahora) vasco navarro, y español, no castellano, y no veía cómo podía Navarra mantener su Fuero sin el Parlamento de Navarra. (Que no sea como el de ahora, añado yo, el Paralamento de nuestros lamentos).