El Judas de Cabanillas

 

   Las propiedades profilácticas de las hogueras son conocidas desde tiempos remotos. Por eso son un rito ancestral desde la protohistoria.

El último día del año; los días de Carnaval; las vísperas de Reyes, de San Antón, de Santa Águeda o de San Juan, solían ser buenas ocasiones para quemar todo lo viejo, entendido material y espiritualmente:

A quemar el culo / al año viejo
con un pellejo / viejo, viejo.

La víspera de Pascua, o tarde de Sábado Santo, era oto tiempo mágico. Se colgaban por las calles espantajos de ropa vieja y paja, que recibían los nombres de JudasJudesa, a los que se les insultaba, zarandeaba y quemaba.

El Volatín, muñeco de madera articulado que, tras el pregón, se voltea y se quema mecánicamente en el balcón principal de la Casa del Reloj, de Tudela, es un resto urbano y perfeccionado de la tradición.

En Cabanillas se desempolvó ésta a finales del siglo pasado, y se la situó en la mañana de Pascua.

Por la misma plaza del Ayuntamiento, donde un rato antes se celebró la clásica Procesión del Encuentro, con las aleluyas dichas por una niña a la Virgen, aparece el Judas revestido con un manto rojo, la cabeza cubierta por una media de mujer. Corre como un gamo. Sube y baja por los pisos de las casas. Sale y entra por las puertas. Salta desde las ventanas y balcones. Siempre perseguido por los legionarios romanos, que le dejan hacer, y contemplado con admiración y casi con arrobo por unas bellas doncellas romanas, que son las quintas del año, asomadas al balcón de la Casa Consistorial. Hasta que el malvado cae agotado en manos de los porquerones imperiales, que lo ajustician con una daga y lo llevan, respetuosos, en unas angarillas hasta la Casa de la Villa, de donde escapó.

En Ugar, lugar del Valle de Yerri, quemaban antes más, por Carnavales, al Judas, y, mientras se consumia a fuego lento, cantaban:

Judas, Iscariote / con barbas y bigote.
Judas el traidor / por treinta monedas nos vendió al Señor.