Ingenua y beatifica María,
que ofreces a que le adoren
a tu niño sedente…
Y tú, José,
siempre como ausente…
Esos señorones, inclinados,
reverentes,
o erguidos cortesanos,
prepotentes,
enjaezados
como príncipes de Cortes renacientes,
todos esos… no son
Magos de Oriente,
ni parte de su cortejo
mucho menos reluciente.
¿De dónde viene y qué quiere
toda esa gente,
curiosa, vana,
indolente,
orgullosa y altanera,
empinada y estirada…,
tanta gente?