La Iglesia y la Constitución de 1812

El anterior obispo de Cádiz, Antonio Ceballos Atienza, se adelantó a casi todos y en una carta-pastoral de 2009, Recordar y celebrar, nos hizo el mejor resumen historico de la presencia de la Iglesia en aquellas Cortes, que otro obispo gaditano, su antecesor, Acisclo de Vera y Delgado, presidente de la Junta Central, convocara el 24 de septiembre de 1810 en la Isla de León para restablecer y mejorar la Constituión fundamental de la Monarquía. Estudios documentados sobre esta presencia e influencia están muy avanzados y están a punto de publicarse.  Lo que ya sa sabemos y no puede olvidarse, al decir de Ceballos, es que algunos eclesiásticos influyentes se alinearon con el grupo llamado reacionario, defensores del absolutismo real y que se opusieron con fuerza a algunas de las decisiones de las Cortes, como la libertad de imprenta o la supresión de la Inquisición, pero, en verdad, lo más florido del clero ilustrado de la época apoyó el trabajo cconstitucional y fue verdadero protagonista de este momento. Habrá que recordar que los soldados de Napoleón ocupabam casi toda España, que su actuación antieclesial y anticlerical fue abominable, que la guerra contra el francés, como antes contra el protestante o el musulmán, se sacralizó, se teologizó y tuvo un carácter de cruzada, y sólo el no católico-anglicano-unitarista Blanco White entonces, o el  evangélico César Vidal ahora pueden sorprenderse de que las Cortes no decretaran en aquel momento la libertad de cultos, cuando a los 97 diputados eclesiásticos, 60 abogados, 57 militares… y sobre todo al pueblo español de entonces les interesaba mucho más que la libertad de culto la supresión del diezmo, la reforma de las órdenes religiosas, y el cercenamiento  del poder económico de la Iglesia o  de la misma,  poderosa y temida, Inquisición. Texto utópico, redactado en nombre de la Santísima Trinidad para hacer a los españoles justos y benéficos, de él todavía vivimos y a él todavía recurrimos.